Todos los hombres vienen solos a este mundo y solos lo abandonan.
Fue un proceso de adaptación largo y sufrido, muescas incluidas. Eso fue: adaptación. A la manera en que me adapto a las cosas: dramatizante y solemenmente. Cada día me bañaba en mi propio asqueo hasta que aprendí, a base de agua fría, que prefería rendirme porque ya no tenía nada. Y sin nada que perder seguí un camino deslizándome por lo resbaladizo.
Desde entonces camino con cara de ni sí ni no, preocupada por todo y nada, despasional y desperdidamente. Esperando a que explote el sol como agua de mayo en la que bañarme hasta aprender, supongo, que me equivoqué al deslizarme y al no ir clavando los tacones en caminos adyacentes. Sin embargo solo importa el hoy y sigo siendo aquella que no tiene nada que perder y todo por ganar.
1 Comments:
Bueno, así andamos casi todos por la vida, de todas formas, antes de tirar toalla alguna, personalmente, me aseguraría de que realmente no quedara por mí.
Publicar un comentario
<< Home