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Llevo clavado en el corazón
el pico de la luna menguada.
Tengo el alma escurrida
y la piel disecada al calor
del bochorno de tu balcón.
Alguien absorbió el líquido
que serpenteaba en mis sesos.
Y camino con las vísceras
colgando en mi regazo
de camino al matadero.
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