Cosas que aprendí un día y escribo para no olvidar

**Creo en la ciclicidad de las vidas, como en el ciclo del agua - sol, nube, agua -, en la ilusión y en la soledad, hermanas. En la escritura antes que en las palabras y en la lucha interna y externa.**

martes, mayo 24, 2005

La oscilación de la memoria.

Gira la cabeza a izquierda y derecha. Observa el movimiento del mundo y la oscilación de las cosas que nunca están quietas. Posa el boli por el culo sobre la mesa y aun pareciendo en equilibrio, aunque desde la quietud de la verticalidad parece no moverse, algo oscila dentro, tan despacio y con tanta debilidad que no hace caer. Así funciona el mundo que está mal.

De pequeña se preguntaba acerca del movimiento del pecho de los "muertos" en las pelis. Quizá fueran muertos de verdad. Pero no podía ser así. No, porque la gente no se muere en las películas. Pero el pecho no se movía. No respiraba aparentemente, sin embargo el aire oscilaba verticalmente dentro. Arriba y abajo.

Si hasta la misma mesa donde posa el culo del boli, se mueve, ladea. Nunca creyó que las cuatro patas estuvieran tan alienadísimas como para que un leve contrapeso no hiciera que cojeara milimétricamente. De forma imperceptible.

Teorías.

La mano que también se posa sobre el hombro de la mujer. Mueve los dedos tirintinteando, apoyada la muñeca, recorre lo corto de aquellos dedos móviles en busca del fin del comienzo del hombro. Y no está. Fallo de la vista, mala pasada, que dicen. No hay un principio porque no se ve todo. A veces pasa que cuando no puedes recordar la evolución de la vida, de los hechos, no puedes encontrar el principio, entonces todo se hace extraño. Como aquella mano de hombre sobre el hombro de una mujer. Él estaba allí pero no pondría la mano en el fuego porque fuera suya. Más bien era una mano que salía de la ventana cerrada de detrás del asiento. Entonces es cuando las cosas, como la vida, los hechos se dan de bruces con los muros acristalados que no dejan seguir para recordar el pasado.

O qué.

Todo esto viene a cuento de mi mala memoria. Si no puedo recordar el pasado ¿con qué clase de coherencia incontrolada estoy viviendo el presente?

Anoche aprendí que tener memoria es más importante de lo que esperaba. Y que el movimiento contínuo no hace que se derrumben las cosas.
Y eso.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Busca entre sus dedos las palabras calladas durante tanto tiempo. Se acerca a su pecho, escucha el ir y venir del miedo, por dentro, correteando entre sus venas. El pelo sigue tan suave como siempre, como ella. Pinta y des-pinta la piel, una y otra vez. Los labios mojados manchan sus ojos, tapan todo lo que no va a decir. Se para a pensar qué ocurrirá luego. Pero recuerda que ya la había olvidado. Y ahora que ha vuelto es imposible entender nada - tiró por la ventana el principio y su final.



No hay un principio porque no se ve todo.

28 de mayo de 2005, 12:36  

Publicar un comentario

<< Home