Cosas que aprendí un día y escribo para no olvidar

**Creo en la ciclicidad de las vidas, como en el ciclo del agua - sol, nube, agua -, en la ilusión y en la soledad, hermanas. En la escritura antes que en las palabras y en la lucha interna y externa.**

miércoles, octubre 05, 2005

Él

Casi siempre pensaba que tenía razón pero solía dármela para evitar
discusiones y, según él, por cortesía. Nunca evité a los hombres
caballerosos de aquellos que dejan pasar primero, aunque más bien me
parezca una salidez que un favor. El caso es que él era así y lo odiaba
hasta querer abandonarle.

Compartimos armoniosamente nuestro tiempo y lo vivíamos como si este
segundo no se volviera a repetir, ni éste, ni éste. No éramos un
corazón que latía por los dos, aquello resultaría ser demasiado poca
sangre y espíritu bombeado para lo grande que éramos individualmente.
Nuestros corazones latían al mismo tiempo, a los mismos compases y los
mismos tropiezos hasta el punto de que cuando el mio se aceleró para
pararse, el suyo se paró para empezar un latido desacompasado con el
pulso del resto del mundo.
De cómo nos conocimos, pues fue de casualidad, como ocurre en las
grandes historias. Un día que se averió el metro y volví a casa en
autobús con el enfado descomunal que aquello acarreaba. Volvimos a
encontrarnos, ya sin casualidad de por medio, durante sucesivos días en
que opté por no volver en metro más.

Los primeros días nos sentábamos alejados y jugábamos a mirarnos y
desmirarnos. Los segundos días empezaron cuando decidimos, sin acuerdo
oral pero sí visual previo, sentarnos en aquellos asientos del
principio, uno enfrente del otro. Poníamos caras serias de
concentración, nos mirábamos fíjamente a los ojos, hacíamos abtracción
del mundo y entnces el juego era párpado vs párpado. Como si fueran
gotas de agua goteando, primero parpadeaba yo, nos mirábamos, lo hacía
él, esperábamos, lo hacía yo, esperábamos, lo hacía él. Y así hasta que
me di cuenta de que nos estábamos desgastando las caras como cuando vas
de turista por la vida y observas monumentos fijamente o como cuando
esperas a alguien que no llega y desgastas el entorno, las aceras, la
boca del metro, buscando.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Oooh me has dedicado un trozo de tu blog! Sabes que me gustan estas cosas... No te he dicho que soy como una mujer?

15 de octubre de 2005, 20:57  

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