Cosas que aprendí un día y escribo para no olvidar

**Creo en la ciclicidad de las vidas, como en el ciclo del agua - sol, nube, agua -, en la ilusión y en la soledad, hermanas. En la escritura antes que en las palabras y en la lucha interna y externa.**

martes, mayo 02, 2006

sobre las rutinas de algunos días

Los días que hace sol, que llegamos a los 30 grados cuando son las tres de la tarde los edificios de mi barrio están llenos de ropa tendida. Por la mañana sabemos que hará buen tiempo y ponemos la lavadora para aprovechar esta época en que por fin se va el frio y te puedes permitir dos lavadoras al día.

Cuando te acercas desde la carretera ves los edificios amarillos con sus portales rojos estilo londinense (antes de vivir aquí cuando pasaba con el autobús me parecían cabinas londinenses, ahora sé que se parecen mucho) y parece curioso, un toque de color frente a los otros que son grises o rojos. Después sacas las llaves del bolsillo y te aproximas lo suficiente como para notar el olor de la ropa recién lavada y recién tendida. Una mezcla de olores de suavizante para la ropa. Los hay con olor a melocotón, a flores silvestres, el clásico, Mimosín, Vernel...que todos juntos huelen a mi barrio. O mi barrio a ellos todos juntos.

Por la noche, después de la cena, se oye el rechinar de las poleas que sujetan las cuerdas donde se tiende porque, claro, están oxidadas como no podía ser de otra forma. El rechinar de por la mañana para tender y el de la noche para destender en días de treinta grados a las tres de la tarde.