Le escribo al misterio.
Noches colgada de una nariz
ni grande ni pequeña, ni existe.
Lo intermitente de las palabras
me descoloca y me vuelvo a ordenar.
Cuando me olvido, ni existes.
Tus despedidas que odio
son las que ni existen porque te giras
sin avisar, sin adiós.
Tropocientos camaleones viven en el zoo.
Tropocientos es tanto como yo quiera,
camaleones son los del doble sentido,
el zoo donde viven y nos vemos,
donde inventas dobles pensamientos.
Tropocientos camaleones aún no existen
pero los oigo distorsionados.
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