De reviaje, sin el bus con el tren y rascando nubes cayendo copos de nieve. Recuerdo. De recuerdo hoy.
Si te sientas en una sala de espera no importa si estás sentada o de pie, tienes que intentar no mirar el reloj para no desesperar en el tramo de tiempo que te toca vivir allí. Amenizada por una pantalla, a veces azul, a veces amarilla que dice que llegará un poco después -o mucho, depende de si te cuesta esperar o no, cosas relativas - . Me miro y mi gorro no quiere apretar. El caso es que ya me aprieto yo y ella. Pero primero la espera. Encontrar un significado a esta espera me lleva al sevillano. que nadie debe esperar por algo tan incierto, tan irreal. Y no lo hago, solo sueño con sus manos y solo con sus casualidades, solo le miro con cara de: ¿Ves? Pero en la suya no hay pregunta para mí, está la respuesta: Lo que hay. Pues lamerme no está tan mal; no tiene sentido; n
Me sabe a dolor de muelas, a mirada de reojo que rompe farolas de noche y escupe en los escaparates de día. PUES YA SABES. Y hablando de apretar, dij que ahora, pues sí. ¿Un loco que mata es tan culpable como un cuerdo? No, claro, no. ¿Y eso le exime de cumplir una condena? pse; entonces que la encierren. Hmmm.. No se puede. Lejos es la palabra que busco. En días como los de este fin de semana recuerdo por qué me fui de casa.
Lleva demasiadas letras ya. Aprédente unos refranes.
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