la vida es que habla
Qué lejana de ti misma estás
mi dulce niña de ojos pestañeados.
Tanto que quieres adormecer tu cuerpo
y empiezas por el derecho.
Todo porque plantaste del revés y ahora...
Hasta los tulipanes se pudrieron.
Qué lejano de mí mismo me siento.
Tan vacío. Tan parelelo. Con el labio dormido.
Y con todo, mi cuerpo pide calor ajeno
de doncellas ataviadas de faldas que vuelan.
No estás, es cierto, pero por alguna oscura razón
todavía no te echo de menos.
Porque el tiempo pasa, y bueno.
Pregúntale al cuaderno por la oscura razón,
pequeña, de tu desvelo dormido del derecho.