Cosas que aprendí un día y escribo para no olvidar

**Creo en la ciclicidad de las vidas, como en el ciclo del agua - sol, nube, agua -, en la ilusión y en la soledad, hermanas. En la escritura antes que en las palabras y en la lucha interna y externa.**

sábado, mayo 28, 2005

y lo hago = y lo percibo

Creo que después de lo malo viene lo bueno porque no se valoran las cosas buenas hasta que has pasado algo malo. Y lo que antes te parecía menos bueno ahora te parece bueno. Bueno, eso, cuestión de grados y percepciones.

O como dicen por ahí que cuando algo se va, algo viene (cosa que no viene mucho a cuento pero lo digo). A veces decir cosas sin venir a cuento de qué, resfresca. Lo malo es que me enredo en los cuentos de qué pero es cuestión de volver a recuperar el rumbo. Va. Como después de lo malo, viene lo bueno, ocurre que me he hecho un regalo riquisisisisisimo que comparto con-. Y ya que estamos, de paso - porque eso estamos-, pongo la foto de las últimas fresas de la temporada de fresas de este año que tenía guardada.








Lo que tienen las semanas infernales es que suelen traer resultados, buenos o malos y yo por ahora no me puedo quejar porque parece que bien. He aprobado el teorico jijijiji. Que felicidad (como diría David). Cada vez queda menos para que pueda conducirme. Porque me pienso conducir a lugares que me están esperando y yo a ellos. Y aquí radica la felicidad de las personas: la Libertad. Creo que la mayoría de la gente que no es feliz - entiéndase como un cierto grado de felicidad o bienestar- es esclava de sí misma o esclava de otras personas. Los que nos autoesclavizamos nos pasamos la vida luchando con nosotros mismos y los que son esclavizamos externamente se pasan la vida luchando contra ellos mismos y el susodicho agente externo. He dicho.

Luego se puede pensar en otras causas del no-bienestar de las personas. Como el no encontrar a la media naranja, el fracaso profesional, problemas con la familia, soledad, físicos... mucho, mucho. Pero para mí la base de todo es la libertad.

Así que ya hago oficial, que mi hija, cuando llegue el momento de tener una hija, se llamará Libertad.

y ya me he ido de tema otra vez pero no me voy a retomar.

Plantear lo que me planteó: Cuando das una palmada ¿que mano suena?

martes, mayo 24, 2005

La oscilación de la memoria.

Gira la cabeza a izquierda y derecha. Observa el movimiento del mundo y la oscilación de las cosas que nunca están quietas. Posa el boli por el culo sobre la mesa y aun pareciendo en equilibrio, aunque desde la quietud de la verticalidad parece no moverse, algo oscila dentro, tan despacio y con tanta debilidad que no hace caer. Así funciona el mundo que está mal.

De pequeña se preguntaba acerca del movimiento del pecho de los "muertos" en las pelis. Quizá fueran muertos de verdad. Pero no podía ser así. No, porque la gente no se muere en las películas. Pero el pecho no se movía. No respiraba aparentemente, sin embargo el aire oscilaba verticalmente dentro. Arriba y abajo.

Si hasta la misma mesa donde posa el culo del boli, se mueve, ladea. Nunca creyó que las cuatro patas estuvieran tan alienadísimas como para que un leve contrapeso no hiciera que cojeara milimétricamente. De forma imperceptible.

Teorías.

La mano que también se posa sobre el hombro de la mujer. Mueve los dedos tirintinteando, apoyada la muñeca, recorre lo corto de aquellos dedos móviles en busca del fin del comienzo del hombro. Y no está. Fallo de la vista, mala pasada, que dicen. No hay un principio porque no se ve todo. A veces pasa que cuando no puedes recordar la evolución de la vida, de los hechos, no puedes encontrar el principio, entonces todo se hace extraño. Como aquella mano de hombre sobre el hombro de una mujer. Él estaba allí pero no pondría la mano en el fuego porque fuera suya. Más bien era una mano que salía de la ventana cerrada de detrás del asiento. Entonces es cuando las cosas, como la vida, los hechos se dan de bruces con los muros acristalados que no dejan seguir para recordar el pasado.

O qué.

Todo esto viene a cuento de mi mala memoria. Si no puedo recordar el pasado ¿con qué clase de coherencia incontrolada estoy viviendo el presente?

Anoche aprendí que tener memoria es más importante de lo que esperaba. Y que el movimiento contínuo no hace que se derrumben las cosas.
Y eso.

domingo, mayo 22, 2005

inteligente, ternura, futuro, valiente, entiende, simplifica, magia

Todos sabemos que el pasado se recuerda y el futuro se imagina y en este caso me gustaría cambiar el orden del universo para escribir lo que no sé dónde poner. Más bien sobre la mesa, aquí pongo mis cartas boca arriba, o más bien sobre la cama, vayámonos a dormir ya que a la luna se le cierra el ojito. Así que entienda el lector que hablo de quien recuerdo en el futuro puesto que no le recuerdo en el pasado ni le imagino en el futuro, y lo de imaginar en el pasado no termina de parecerme una idea lo suficientemente agradable para mis neuronas soñadoras ennubadas.

Le recuerdo con esa ternura inteligente que percibía cuando me acariciaba los párpados y las sienes en la búsqueda de la complaciencia de mi piel con sus manos un poco ásperas, un poco suaves, siempre calentitas, siempre tiernas. Siempre sabía dónde. Además percibía cuándo era el momento de "me acerco o no" porque nunca tuvo miedo de mis miradas, de mis momentos malos, de mis gruñidos, de las cosas feas que tiene una cuando se levanta un par de días con las hormonas subidas o a cuestas. Sabía hacerme frente y lucharme, de la misma forma en que en otros momentos luchaba de mi lado. Porque la ciclicidad de mi vida él sabía que se vive así: hoy te veo y te acaricio- hoy te veo y te río- hoy te veo y te maldigo en la risa - hoy te veo y te pongo los puntos sobre las ies - hoy te veo y te pongo el límite, túverássilosobrepasas - hoy te veo y te acaricio el pelo... Y así infinitas veces de desesperantes cambios para quien no sabe leer en mis ojos y en el torcer de mi boca. Pero él sí. Entendía que mi espacio es mi espacio y mi yo es mi yo y de nadie más. Que le daría todo hasta no sé qué punto porque arrastro el lastre de la vida y ya no sé hasta dónde llegaría. Resultó que olvidé el límite del amor, y él lo sabía. Tejía mis sentimientos y cada uno de mis actos en forma de manta que después echaba sobre mis hombros. Porque si algo sabía... y cuánto lo echo de menos en el futuro... es simplificar lo que yo complicaba. Me peinaba cuando me despeinaba y desaturullaba los pensamientos aturullados en mi cabecita de papel mojado.

Durante las horas de luz me respiraba en la boca y en las de oscuridad, en la nuca. Nadie hubo jamás tan valiente que luchara contra mis mareas. Consiguió lo que nadie, lo que soñé, lo que me ataría a su intimidad. Que cuando corría el sudor por mi frente, mi respiración era agitada, antes de un temblor, en medio de todo o al comienzo del algo, aquella mano inteligente se posaba sobre mi cara y pasaba sobre ella firme y blanda susurrando en cada poro de mi mejilla: niña, eres mia, ¿lo sientes? La magia del parar para descansar los labios en la frente, apartarme el pelo mojado, abrirme los ojos. Todo lo contrario a lo que desearía para que le gritara que me dejara, se apiadara, por favor, sigue. Y las manos inteligentes apretando la cabeza... dónde vas... Y voy no sé dónde.

No te encuentro, no sé quién eres pero te recuerdo como si estuviera en el futuro a tu lado.

Intento aprender lo que quiero y lo digo.

sábado, mayo 21, 2005

Lee, que veo que te aburres -f-o-t-o-c-o-p-i-a-

Diecisiete de Abril. Nace la flor que no sabía que viviría más de mil años. Que no sabía muchas pero que sí conocía cosas que la gente no. Podía entender razonamientos complicados que explicaba a sus congéneres que no la entendían por su forma de hablar petulante. Porque si algo tenía, y no sabía, eran pétalos enormes que a veces le tapaban los ojos. Cuando hacía viento se movían las dos hojas que un día le crecieron sin querer, sin sentido. Hojas que no servían para nada pero estaban. Y por ello debía cuidarlas. Las peinaba cada día con sumo cuidado usando el rocío para lavar el tallo finilústico que lucía.

Cada día se parecía más a la rosa de B-312. Descuidada por su Principito, relamía, cual gatito, las hojas sin sentido. Como quien no tiene nada mejor que hacer pero encuentra en esa actividad lo más satisfactorio. No sabía quién era. El problema de la vida, como la pregunta de la vida, tiene una respuesta escrita que todo el mundo conoce pero nadie ve. Cada día que se miraba al espejo decía que era distinta. Que a veces una gallina travestida, que a veces un gallo sin travestir; que a veces el recuerdo de un huevo - o el huevo - o una montaña ahuevada; que a veces un árbol, como quien mira el futuro y desafortunadamente sin consciencia de ello; que a veces un patito rosa (presuntamente) y a veces uno amarillo con pito. Cada día era una distinta y pdía serlo porque siempre era la misma con distinto traje. Lo que todavía no sabía era que su nombre era Amaranta. El que alguien le puso un día que pasaba por allí, que se paró a mirarla, que se molestó en asignarle, que se inventó el nombre.

En realidad no era una flor. Era una flor en un cuento con disfraz y nombre, sin Principito y sin fin.

jueves, mayo 12, 2005

En negro y unos grados.

Escribo y describo en mi mente;
con el pelo así;
mejor con barba;
ojos donde perder y desperder
-se.
Como cuando me escribes y sonries.

Recupero un recuerdo
vuelvo a escribirlo en el aire
y no mefunciona el lápiz
la mina se gastó en mi cara.
Como cuando me escribes en la piel.

Por descuido o porque sí
aspiro, cojo aire.
Expiro humo en forma de noes.
Escribo con la boca contrariedades.
Los señoritos primero.
Como cuando me escribes una duda.

viernes, mayo 06, 2005

lÍOS y mÁS lÍOS

sU sO uN TA !
FRO CO lÍ ! !
uN RRO O ! !
a tEN ¿ ! !
TA GO nO ! !
QUE mIE sE ! !
dE DO nO ! !
rEs. TA ! !
PON eS ? ! !
SA TOY aRMF !
BI HE . !
LI CHA mAR !
DaD