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A mis presencias más notables.
A mi artista emigrado
con ragos camellescos
que me pinta sueños y deseos
que me enseñan sus palabras
desde el por encima de todo y el creo.
A mi amigo desdichado
con rasgos cachorriles
que me truena en la cabeza
que me provoca ternura
desde su silla lamentosa.
A mis amigas,
la cercana en la lejanía
y la lejana en la cercanía
que se turnan para escuchar
lo que ahora me desvela.
A mi proveedor de caricias
con rasgos pulpescos
que me provee de mimos
que me impulsan al jadeo
desde la ternura cómplice.
A mi compañera de pupitre
con rasgos gatunos
que me cuida lejos y cerca
desde la sensatez y la paciencia.
A mi padre serio
con rasgos tercos
que me alimenta
que me soporta y libera
desde su supuesta frialdad.
A mi presencia más ausente
que a veces me tiene en cuenta
que me robó y así soy
desde su trono materno.
A mis rubias proveedoras
de esperanza y fortaleza.
A mis ejemplos.
A mi amigo ennoviado
con rasgos parejiles
que un día llenó mi vacío
que escribió cartas de ilusión
desde su nobleza y amor.
A mi deseo presente
con rasgos lejanos
que llenará lo vacío
que simplificará el mundo
desde fuera hacia dentro.
A mi compañero desconocido
con rasgos de solitario
que a veces llama para escuchar
que siempre quiere querer
desde su frialdad fingida.
A mi compañero desconocido
con rasgos de osito frikero
que aun estando de vuelta
extiende la mano después de la tal
desde su paciencia y bondad.
A mi hijo presente y ausente
hasta que yo le dé la vida.