Cosas que aprendí un día y escribo para no olvidar

**Creo en la ciclicidad de las vidas, como en el ciclo del agua - sol, nube, agua -, en la ilusión y en la soledad, hermanas. En la escritura antes que en las palabras y en la lucha interna y externa.**

lunes, julio 13, 2015

Dejé de ir detrás de ti, como una niñata, el día que te dije que te echaba de menos y tú contestaste:

me lo pones difícil a posta o sin querer?

Entonces se me revolvió la vida. Y me fui. Me fui donde realmente se me quiere y se me cuida con la placidez, comodidad y bienestar. Con amor y cuidado.

Volví sabiendo, por fin, que lo que me ofrecías era nimio y que conformarme con eso era una puta estupidez.

Y, ahora, después de un año te miro con recelo pero de frente. Aparqué el remolque. La opresión sentimental a la que me sometiste surtió efecto. El impulso infantil ya no existe y no sé si apenarme o qué pero aunque tu olor me ponga cachondísima y en ti encuentre un hogar...apenas me apeteces.

Te invito a que me eches de menos. Te invito a que me invites a tu remolque.

Con perspectiva me he dado cuenta de lo básico que eres y de que todo tiene su momento. Aquel no era el momento del nosotros por mucho que yo quisiera correr, por mucho que me empeñara. Y tengo ganas de plancharte la camisa pero no de coronar tu lavabo con mi cepillo. Quizá si con el tiempo aceptas mi invitación y me echas de menos y decides que no quieres que me vaya de tu vida, quizá entonces podamos negociar este asunto. Eres básico y te atribuí algún tipo de poder mental que hacía que  vieras más allá, pero no, eres simple aunque cuestiones todos los valores del universo.

Mientras tanto... la ilusión ya no está en que me aguantes la mirada, en que te apetezca quedar, en que me hayas rozado con tus dedos el tobillo...la ilusión que me queda contigo es rellenar mi excel de la lotería.