Cosas que aprendí un día y escribo para no olvidar

**Creo en la ciclicidad de las vidas, como en el ciclo del agua - sol, nube, agua -, en la ilusión y en la soledad, hermanas. En la escritura antes que en las palabras y en la lucha interna y externa.**

martes, junio 26, 2007

Subí al vagón con el pensamiento titulado "una upta del amor" a cuestas. Abosrbida por aquella sensación de vacío, de cachorrito perdido andando por una carretera llena de coches, mirando al fininito como si en él estuviera leyendo la respuesta de la vida. Me coloqué donde pude entre la multitud, agarrada a un palo como si fuera un lorito en su jaula. Giré mi mirada perdida hacia un lado y otro. Busqué al fondo del vagón unos ojos en los que acunar los míos, donde buscar un consuelo para mi desconsolada pérdida interior. A golpe de vista (nunca mejor dicho) me di un encontronazo con los ojos de una ella que me observaba fijamente. Allí estaban los que me acunarían. Y en un instante entedí lo que quería decirme. Se me clavaron tan adentro que fue transparente para mí su intención.
Me vas a matar, verdad?
Seguía embelesada, perdida en estas pupilas. Sentí miedo y después esa senación de persona inconsciente a quien no le importan las consecuencias . Si iba a pasar, pues bueno. Bajé la mirada y la sostuve en el suelo hasta mi parada.
Salí del tren y me encaminé con aire de zombi con harapos hacia la salida. Subí las escaleras mecánicas mecánicamente, como cada día y en el siguiente paso que dí tropecé con un escalón. Me balanceé hacia delante, puse las manos para amortiguar pero mi cuerpo se volteó al resbalar y boca arriba caí en la escalera, por la escalera hacia abajo. Por suerte el primer escalón con el que chocó mi cabeza hizo que perdiera la consciencia. Y mi cuerpo llegó al final de la escalera, lenta y mecánicamente.

domingo, junio 24, 2007

Al lado de un monitor sonoro, frente a un cristal donde quien pasara me veía agonizar me sentía tan ignorada y perdida como si hubiera una cortina en el cristal y como si la frecuencia de los pitidos del monitor marcaran mis pasos tropezosos.
Observaba a aquella gente pasar. Unos sonreían a su acompañante sin percatarse de que yo estaba allí, otros me miraban de reojo pensando : ella se lo habrá buscado, la mayoría lanzaba seriamente una mirada a mi cama y apretaban la mano de su pareja con cierto aire de pena.
Aquello era desesperante. No podía moverme. En ocasiones deseaba que alguien abriera la puerta y desconectara aquel monitor. En ocasiones deseaba que todo se arreglara y yo pudiera salir andando de aquella habitación. A pesar de mi inmovilidad estaba caminando perdida y últimamente me rondaba el pensamiento de que ya no me importaba no encontrarme. Me rendí a las circunstancias y dibujaba la palabra eutanasia en mis labios cuando ellos me miraban. Desconectarme, como si el sol explotara.