Cosas que aprendí un día y escribo para no olvidar

**Creo en la ciclicidad de las vidas, como en el ciclo del agua - sol, nube, agua -, en la ilusión y en la soledad, hermanas. En la escritura antes que en las palabras y en la lucha interna y externa.**

viernes, mayo 26, 2006

Cuando te hago la limpieza.

Tengo una fregona para tus ojos
que absorbe y reseca,
que estrujo y circulo en el cubo.

Entre pensamiento y pensamiento
tienes un hueco
empolvado, suicio y gris como tu cerebro.

Tengo un trapo para el polvo
que se te acumula en el cráneo.

Tengo una escoba que levanta polvo
si barro.
El polvo que se vierte en tu masa.
El polvo que no termina de llegar.
El polvo en que te convertirás.
El polvo de tu vida. El de tu muerte.
Si no barro, quedas estatua de cemento.

Tengo un limpiacristales
para los momentos amargos
que uso para envenarte
cuando solo ves lo malo.

Y no solo eso.

Tengo ganas
de hacerte una limpieza
de domingo por la mañana
en la que no descuidaré
ni las telarañas, ni a la cucaracha.

confirmación

Sí amigos, es verdad lo de mi vecino.
Le vi subir las escaleras con una rumana. Ella iba delante. Ambos entraron en su casa.
Si a él le da igual que la gente sepa que paga a una puta porque si no no folla...¿por qué me iba a importar a mí lo que pensaran por lo mio?
Claro, claro, claro.

viernes, mayo 19, 2006

Políticas públicas de familia, desatendidas.

La casuistica(*) del asunto
no deja de ser testimonial.

Es cierto, no pensé que el mundo
daría la vuelta para ponerse en vigor.

El vigor que luces ante mí
pues sabes que en materia vigorosa,
me volveré una discapacitada
con cierto grado de dependencia
sin posibilidad de externalizar
si no lo dejas orientado
para que tenga acceso a él.

Abre el catálogo
y elijo el instrumento.

Pienso hacer una reforma
que supondrá una sanción.
¡Pues a mí qué me importa
el resto de los gobiernos!

Al fin y al cabo...
en materia de facilitar
¿mirado desde donde?
De pie o tumbada no deja de ser
el patrimonio del chorizo.

¿Dijiste principio y fin?
Dije infinito.
Pues tatúatelo de lo negro
y verás lo que ocurre con mi intención.

(*)Que no le pongo tilde porque me gusta más sin ella. Me encanta esa palabra.

miércoles, mayo 10, 2006

[pero, para después]

La desertización avanza
pero me agarrro a tu pelo.

Los sueños, sueños son
pero me cuelgo de tus párpados
para que lo soñemos juntos.

Te echo de menos en el futuro
pero te agarro de la mano
para traerte al presente
después de vivir en tu recuerdo.

Sí, mi amor, nadie te ve como yo
pero te bañas en sus labios
para aliviar lo que te arde
y después llorar el vacio que queda.

Lames mi piel
pero descuidas mi pelo enredado.
Para no perderme ni ganarme
después del labio das la nada.
Y yo me revuelvo en el vacío
buscando mi sitio en tu subsuelo.
.

Caballero andante sin peine
no puedes desenredar cabellos.

martes, mayo 09, 2006

Bajo el paraguas de mi mala memoria y la lectura.

No recuerdo exactamente cuándo empecé a masturbarme. Recuerdo que fue en sexto o séptimo, que Marta Martínez me preguntó un día en gimnasia si lo hacía y le dije que sí. Dijo “Hala, ¿Sí?” con cara de sorpresa. A mí me pareció más que lo que buscaba era un apoyo, seguramente ella también lo hacía. No me preguntó cómo lo hacía, creo que hasta muchos años después eso no me lo planteó nadie. No sé cuánto tiempo llevaba practicando el asunto.

Recuerdo que mi hermano tenía revistas porno en su habitación, no sé, cuántos años tendría él... dieciséis, diecisiete quizá. Entonces yo once, doce. Supongo que mi contacto con el sexo y de lo que iba aquello sería en aquella época.

Las clases de gimnasia daban lugar a otros asuntos relacionados con la sexualidad. Sí, el momento en que crecen los pechos. Entonces empiezas a necesitar un sujetador. En mi época se llevaba uno para niñas que era como una camiseta de tirantes cortada por debajo de las tetillas y con una goma en el borde. Realmente aquello sujetaba poco. Recuerdo que Alicia que no tenía nada de nada se lo ponía, supongo que para aparentar. Y yo, que siempre he sido un poco adelantada (incluido el avenimiento de la menstruación – cuestión vital para el tamaño pectoral- ) pues ahí los tenía. Mis otras compañeras de clase también pero claro, a mí se me ve más por lo de alta. La cuestión es que en gimnasia pues ya se sabe, corres, saltas, esas cosas, y notas que se te mueven. Ya de por sí el asunto es raro y luego incómodo pero encima hay que añadir las miradas de los chicos, que imagínense, descubridores del cuerpo femenino en directo (porque por muchas escenas eróticas que hubieran visto en la tele, nada como el directo). Y claro, se reían y cuchicheaban. Nunca me dijeron nada a la cara pero era evidente: mis tetas les llamaban la atención. No eran grandes, no vayan a pensar (al principio no). Eran la novedad.

No en vano, fui Miss Sexto B.

Estando en el colegio también, un día fui a acompañar a Ester a su casa. Cosa que hacía todos los días. Y uno de ellos me invitó a entrar. Había conseguido algo, sí, había encontrado en su casa una peli porno. Ella tiene dos hermanos, no es de extrañar. La puso y nos quedamos las dos ahí mirando con un poco de vergüenza (más ella que yo), salían un hombre y una mujer haciendo el acto en sí. No recuerdo nada de sexo oral. Al poco lo quitamos. Nos echamos unas buenas risas aquel día. En sexto, supongo.

Ángela era mi mejor amiga en séptimo. Oh... que gran año, conocí a José Luis, era repetidor, el único rubio del que me he enamorado, con aquellos ojos azules maravillosos... que bonito fue aquel curso, sin lugar a duda. Nos sentábamos uno delante del otro, los profesores nos llamaban la atención, en clase pensaban que estabamos pillados (y efectivamente), cuando salíamos nuestros caminos iban en direcciones opuestas respecto de la puerta del cole y algunos días nos dábamos la vuelta para mirarnos... oh... suspiro*. Bueno, el caso es que en séptimo estaba muy unida a Ángela (ella era dos o tres años mayor que yo) y un día en su casa se me ocurrió que grabáramos en una cinta a Ken y Barbie haciendo el amor. En la grabación se escuchaban gemidos hechos por nosotras en plan: “oh, oh Ken, que bien, ummmm”, “sí Barbie, sigue”. Esas cosas que se veían en la tele.
XD La tele ha ayudado mucho a los padres en cuanto a preguntas incómodas.
Llevamos la cinta a clase. En la clase de dibujo la profe nos juntaba las mesas y nos poníamos como queríamos, incluso nos dejaba llevarnos música. La cuestión es que accidentalmente se oyeron a Barbie y a Ken en la clase cuando al poner la cinta, me equivoqué y tiré del cable de los auriculares y se empezó a oír por el altavoz del radiocassete. Los compañeros se dieron la vuelta y nosotras ahí avergonzadas... Una anécdota más.

Madre mía, lo que hace leer libros de investigaciones sexológicas.

miércoles, mayo 03, 2006

fuera de dentro el entendimiento

A veces desearía tanto quedarme sin un trozo de cerebro para no entender.
El trozo que hace que entienda.

O quizá cortarme los ojos por la parte que mira para no ver
lo que puedo llegar a entender.

Deseo tanto a veces no saber tantas cosas. Hacer el vacio en mi cerebro.

Decálogo sobre la degradación del (mi) medio.

Hacer de la vida un lugar más habitable.

Desarrollo sostenible de la personalidad.

Reciclaje de residuos internos para un mejor aprovechamiento externo,

Cuidado de animales en peligro de extinción (cuando realmente merecen la pena)
,

martes, mayo 02, 2006

sobre las rutinas de algunos días

Los días que hace sol, que llegamos a los 30 grados cuando son las tres de la tarde los edificios de mi barrio están llenos de ropa tendida. Por la mañana sabemos que hará buen tiempo y ponemos la lavadora para aprovechar esta época en que por fin se va el frio y te puedes permitir dos lavadoras al día.

Cuando te acercas desde la carretera ves los edificios amarillos con sus portales rojos estilo londinense (antes de vivir aquí cuando pasaba con el autobús me parecían cabinas londinenses, ahora sé que se parecen mucho) y parece curioso, un toque de color frente a los otros que son grises o rojos. Después sacas las llaves del bolsillo y te aproximas lo suficiente como para notar el olor de la ropa recién lavada y recién tendida. Una mezcla de olores de suavizante para la ropa. Los hay con olor a melocotón, a flores silvestres, el clásico, Mimosín, Vernel...que todos juntos huelen a mi barrio. O mi barrio a ellos todos juntos.

Por la noche, después de la cena, se oye el rechinar de las poleas que sujetan las cuerdas donde se tiende porque, claro, están oxidadas como no podía ser de otra forma. El rechinar de por la mañana para tender y el de la noche para destender en días de treinta grados a las tres de la tarde.